Es innegable el gran salto de la arquitectura sostenible en los últimos años, ya que a pesar de existir desde hace tiempo, es ahora cuando se está convirtiendo en un “must have”, según defiende el arquitecto Carlos Lamela durante sus ‘Conversaciones con Danosa’, especialista en soluciones integrales para la construcción. Y es que esta tendencia no solo consigue que los edificios contribuyan a disminuir el impacto en el medio ambiente, reduciendo las emisiones de CO2 a la atmósfera en un 50%, sino que además ayuda a controlar el despilfarro energético, ya que las viviendas son los grandes depredadores de energía en España, pues consumen alrededor de un 20% de la electricidad total del país, según los datos de Danosa.
Estas conversaciones, que se presentan estos días en el marco de la feria Construtec en IFEMA, constatan cómo la fuga de profesionales del sector (arquitectos, aparejadores, ingenieros, etc), provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, ha traído de vuelta con la recuperación económica nuevas técnicas que promueven la construcción de edificios que producen la misma energía que consumen.
Y es que esta nueva forma de convivir con el entorno y el medio ambiente no es aplicable únicamente a la arquitectura. Casi todos los sectores de actividad económica apuestan por modelos más sostenibles, incluso en la industria del motor, que trabaja por fabricar vehículos menos contaminantes, ya que la eficiencia energética se ha convertido en una demanda del mercado, de la legislación y de nuestro propio ADN.
En el caso del sector de la arquitectura, se trata de incorporar a los edificios esa serie de pautas que conforman lo que Danosa denomina “confort oculto”, que ni se ve ni se escucha, pero que está ahí y que hace más agradable la vida en el hogar. Y no solo eso, pues estas técnicas de construcción sostenible también permiten un ahorro a largo plazo. Por ejemplo, un buen sistema de aislamiento térmico supone un ahorro de alrededor del 30% anual en la factura de la luz.
De este modo, lo que puede parecer un gasto a priori a la hora de construir una vivienda con un buen sistema de aislamiento térmico, es en realidad una inversión recuperable entre 4 y 10 años. Además, la construcción sostenible, a parte de garantizar el bienestar en la vivienda, es la mejor manera que tiene el sector de mostrar su respeto al entorno, con la nueva normativa y con la propia sociedad, que ya no tolera las antiguas prácticas de construcción y exige la eficiencia energética como un requisito más en su hogar.
Para Carlos Lamela, director general del Estudio Lamela, “es muy interesante que se continúe investigando en el ámbito del aislamiento térmico y se reflexione acerca de qué pueden aportar empresas fabricantes como Danosa al sector y a la sociedad en su conjunto en el contexto actual. No se trata de no gastar, se trata de no contaminar, y hacia ahí deben encaminarse los materiales de construcción, y claramente los edificios”.