El Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido es una actividad que se desarrolla anualmente a nivel mundial, desde hace más de 20 años, el último miércoles del mes de abril. Hoy, día 27, se celebra esta onomástica y el objetivo es promover a nivel internacional el cuidado del ambiente acústico, la conservación de la audición y la concienciación sobre las molestias y daños que generan los ruidos.
La Fundación La Casa que Ahorra (FLCQA) se suma a esta celebración y alerta de que el ruido, como otros agentes contaminantes, produce efectos negativos en el ser humano, tanto fisiológicos, como psicosomáticos, y constituye un grave problema medioambiental y social. La lucha contra el ruido es una acción individual y colectiva. El ruido no lo hacen sólo los demás, sino que lo hacemos todos.
Según explica Jordi Bolea, gerente de la Fundación La Casa que Ahorra, numerosos organismos oficiales, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Unión Europea, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, han declarado de forma unánime que el ruido tiene efectos muy perjudiciales para nuestra salud. La OCDE, por su parte, calcula que 80 millones de europeos están expuestos a niveles de ruido inaceptables y otros 170 millones viven en zonas en las que el ruido causa serias molestias durante el día.
La OMS establece que el límite de tolerancia de ruido es de 65 decibelios (dB). Éste es el límite aceptado también en la Ley del Ruido. Los ruidos que sobrepasan los 70 dB causan problemas de salud, mientras que los que superan los 55 dB inciden negativamente sobre el bienestar, interfieren en la comunicación y la perjudican, además de la memoria, el aprendizaje o el sueño.
En cuanto a las condiciones de una vivienda, añade Jordi Bolea, el confort acústico se establece en un máximo de 40 dB durante el día y los 30 dB durante la noche. Que percibamos más o menos ruido en nuestra vivienda depende primero, y sobre todo, de la correcta dimensión del aislamiento acústico con respecto al nivel de ruido exterior. Pero no todo el ruido que soportamos proviene del exterior de nuestros edificios. Dentro de un mismo edificio se producen con mucha frecuencia molestias derivadas del ruido procedente de viviendas vecinas, lo que compromete nuestro confort y, por qué no decirlo, afecta también a nuestras relaciones sociales. Por eso, si al hablar de la eficiencia energética nos preocupáramos de forma prioritaria del aislamiento de las fachadas y cubiertas –la envolvente- de nuestros edificios, en el caso del confort acústico debemos prestar además especial atención a los materiales con los que se construyen nuestros tabiques divisorios, que deben proporcionarnos un adecuado aislamiento acústico.
Aunque tenemos que tener en cuenta, comenta el gerente de la FLCQA, que todas las viviendas construidas antes de los nuevos requerimientos legales del Código Técnico de Edificación pueden tener problemas a la hora de garantizar la ausencia de ruidos y el necesario confort acústico. Por tanto, la rehabilitación supone una magnífica oportunidad para mejorar este aspecto en nuestras viviendas. Además, se trata de materiales que aislan térmicamente de forma eficaz una Casa que Ahorra, y proporcionan a la vez óptimos niveles de aislamiento acústico. Deben ser capaces de asegurar una excelente calidad y confort acústico.