Por Oriol Ventura. Diseñador industrial, Ovicuo Design
La evolución en la forma de trabajar, pasando de un proceso individualizado a uno donde se prima el trabajo colaborativo y la búsqueda de conexiones con el exterior, ha producido un cambio en la forma de comprender los espacios de trabajo, lo que ha llevado a que, desde su concepción y diseño, se busque su adaptación a estas nuevas sinergias, incorporando la tecnología moderna y fomentando los servicios y la innovación.
1. Evolución de los espacios de trabajo
Los indicativos que muestran la aparición de nuevas formas de trabajar son evidentes. Principalmente en el contexto actual, y como se ha dado ya en otras ocasiones a lo largo de la historia, las apariciones tecnológicas son el principal motor de este cambio. En apenas una década, la conectividad y las relaciones en red nos han aportado los recursos suficientes para el desarrollo de la actividad laboral en cualquier momento y en cualquier lugar, “any time, any place”. Un cambio de paradigma que conlleva un cambio cultural, donde lo colaborativo y el valor del conocimiento se consolidan como aspectos fundamentales dentro de los equipos de una compañía.
Este cambio cultural modificará en consecuencia los espacios donde hoy en día trabajamos, las oficinas, transformándolas de un entorno basado en los sistemas productivos individuales, pensados para responder a una secuencia seriada heredada del taylorismo, a un espacio de trabajo diseñado para el fomento de los servicios y la innovación. Se trata de dar soluciones dirigidas a facilitar las relaciones entre equipos internos, buscar el aumento de la creatividad, establecer conexiones con el exterior del edificio corporativo, etc. Pero todo ello sin dejar de lado espacios especialmente diseñados para una correcta concentración o llevar a cabo reuniones con absoluta confidencialidad.
La aparición de nuevas necesidades exige el planteamiento de nuevos espacios y un detallado conocimiento de las soluciones que ofrece el sector, por ello será clave la figura profesional del office planner. Ya en 1943, Florence Knoll entendía que cada compañía tenía sus propias necesidades y por ello el análisis detallado de las formas de trabajar de cada componente, las relaciones internas y las intenciones de mejora serían clave para proponer un diseño adecuado en cada caso. Hoy en día se hace impensable plantear el diseño de un espacio de oficinas sin tener definidas al detalle las necesidades del mismo. Estrategias como los journey maps, empathy activities, space tracking serán muy importantes para determinar un buen programa de funciones al que deberá responder el diseño.
2. Oficinas adaptadas al trabajo actual
Debido a la sobrecarga informativa que nos ofrece la red, podríamos caer en la tentación de objetivar el diseño de unas oficinas en el espejo de un conjunto de referentes. Este impulso, de “ser como”, nos llevaría a pensar en ocasiones que todo espacio de trabajo debería ser diáfano, sin ningún tipo de compartimentación ni jerarquía visible, repleto de sofás, billares y mesas de ping-pong. Estos aspectos son signo de identidad de un conjunto de compañías concretas y, evidentemente, son utilizados de forma paralela en las campañas de comunicación de las mismas. En ningún caso debemos pensar que esto sea erróneo para los referentes mencionados, pero sí pensar que es de carácter válido para responder a las necesidades y la identidad de cualquier compañía.
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