Los precios de los alquileres han subido, sí. Un 15,9% de media durante 2016, según el último informe publicado. También es cierto que los arrendamientos en Madrid y Barcelona se encuentran en máximos históricos, y las rentas son hoy un 4,2% y un 18,5% más caras que el punto álgido de la burbuja. Y, ante ambas certezas, ya hay quien se ha encargado de buscar culpable: los pisos turísticos.
Para justificarlo, se suele comparar este incipiente modelo con el tradicional mercado del alquiler a largo plazo. Es un error. Son magnitudes muy distintas: la oferta de alojamientos para turistas es estática, algo que no sucede en el alquiler tradicional, donde hay mucha rotación.
Además, las estadísticas demuestran que los mayores incrementos se han registrado en los barrios menos atractivos para los turistas de ambas capitales. Estas zonas cuentan con menor densidad de viviendas para turistas, a diferencia del centro, que es donde se concentran los alojamientos para visitantes.
Por ejemplo, en Madrid el distrito que más se ha revalorizado en el último año (un 19,6%) es Tetuán, una zona en la que apenas hay pisos vacacionales. Como tampoco es una zona especialmente visitada por turistas el distrito de Sant Andreu, en Barcelona, donde los precios de los alquileres se han encarecido un 26% en los últimos 12 meses, lo que los sitúa un 4% más caros que el punto álgido de la burbuja inmobiliaria.
También se culpa a plataformas como Rentalia, Airbnb o HomeAway de la escasez de viviendas en alquiler, y que esta falta de stock está haciendo que en los últimos meses los precios se haya disparado. Simplemente, no es cierto. Al menos no es lo que dicen las cifras.
“Resulta más conveniente para muchos ayuntamientos culpar al alquiler vacacional de la subida de precios de la vivienda en las ciudades, porque la solución parece más fácil: limitar o prohibir este tipo de alquileres, en lugar de tomar otro tipo de medidas que favorezcan un aumento de la oferta como la de dar salida al mercado las viviendas vacías”, explica Almudena Ucha, directora de Rentalia.
Un día cualquiera, por ejemplo hoy mismo, Airbnb cuenta con 4.580 anuncios de pisos completos en Madrid capital, mientras que en la base de datos de idealista podemos encontrar 8.705 viviendas en alquiler. En el caso de la Ciudad Condal, el gigante del alquiler vacacional publicita 8.762 apartamentos por los casi 7.000 de idealista.
Lo que no cuentan los números
Durante el primer trimestre de 2016, Airbnb contaba con 9.085 pisos disponibles en Barcelona y doce meses después apenas había registrado una variación a la baja del 3,5%. Por el contrario, en este mismo periodo, en idealista se dieron de alta y de baja –una vez alquiladas– cerca de 100.000 viviendas en la Ciudad Condal. En el caso de Madrid, esa cifra asciende a más de 200.000 casas.
Hay que tener en cuenta que algunos de estos alojamientos anunciados en las webs de alquiler vacacional tienen una disponibilidad limitada: solo están libres determinados fines de semana o en periodos de vacaciones porque sus propietarios viven en ellos el resto del año. Algo que no sucede en el alquiler tradicional, y que distorsiona notablemente la comparativa entre ambos mercados.
Lo que los números tampoco cuentan es que la oferta de los grandes operadores de pisos turísticos es estática y se mantiene casi inalterable durante meses. Sus anunciantes no se dan de alta y de baja cada vez que se cierra una operación, algo que sí ocurre en los portales inmobiliarios, donde el mercado es mucho más dinámico.
Además del empleo, hay otros factores que han influido en la percepción que los propietarios tienen del mercado del alquiler y que les han animado a hacer ese incremento. Por un lado, hemos vivido la primera gran renovación de contratos post-crisis. Muchas viviendas han estado sujetas a contratos de larga duración que se firmaron en 2010 o 2011 y que, al salir de nuevo al mercado a partir de 2015, se han comercializado con unos precios acordes a la mejora económica.
La escasez de oferta también está presionando las rentas al alza. Pero, a diferencia de lo que se ha estado publicando en las últimas semanas, esta falta de stock no tiene nada que ver con la irrupción del alquiler vacacional, sino con el déficit de viviendas de nueva construcción que hay en Madrid y Barcelona. En 2014 y 2015 se terminaron 8.891 casas en la capital, por apenas 5.271 en la Ciudad Condal, según datos del Ministerio de Fomento.
A la falta de stock se suma una demanda creciente. Además de la gente que decide voluntariamente optar por vivir de alquiler, también hay una demanda forzada, personas que podrían pagar una cuota hipotecaria mensual similar o incluso inferior a un alquiler, pero que no tienen ahorros.