Cada día aparecen nuevos instrumentos que tienden a sustituir al ser humano en diferentes funciones. En nuestro sector, un ejemplo muy claro es el del “portero automático”, instrumento que, sin duda, ha mejorado la seguridad y comodidad de muchos vecinos que no podían acceder a los servicios de un portero o conserje.
Con la misma contundencia que reconocemos la utilidad de estos aparatos, también decimos que un portero humano aporta mucho más que servicio y seguridad. Esta realidad parecen olvidarla, en ocasiones, muchos promotores y gestores de inmuebles.
Un buen profesional de la portería es la mejor carta de presentación del edificio y de sus usuarios. No se extrañen, por ejemplo, de que en la primera ciudad del mundo, Nueva York, los porteros utilicen una vestimenta impecable y unos modos envidiables que, al final, provocan de forma directa una revalorización importante del inmueble. En cambio, en nuestro país, hoy aún es muy habitual que los porteros o conserjes no guarden ni la vestimenta, ni las formas y eso hace daño a la profesión que por tal motivo, entre otros, tiende a su desaparición.
Tras el rápido verano, vendrá la recta final del año 12, y después, el 13 nos sorprenderá con un mercado en el que seremos menos, pero con más oportunidades. Muchas veces, que estemos vivos en el año 13 dependerá de tomar medidas que, sin tener coste importante, tienen más trascendencia de lo que podemos pensar a primera vista. Miren hacia Nueva York.
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