Barcelona sigue creciendo y su internacionalización y éxito como ciudad para vivir y hacer negocios, junto al clima socioeconómico positivo que está viviendo, la convierte en un claro objetivo tanto de inversión como de disfrute para muchos. No obstante, ello tiene un lado positivo y otro más gris: el éxodo de los residentes locales hacia el extrarradio. La oferta de vivienda y la calidad de vida desplazan a los barceloneses hacia la primera corona y El Maresme.
Como toda gran ciudad, los residentes locales ven reducida la oferta de viviendas para venta y para alquiler por la creciente demanda extranjera, el consecuente aumento de precios tanto por la ley de la oferta y la demanda como por las diferencias en las rentas entre los extranjeros y los nacionales. “El positivismo de los inversores inyectando capital en el sistema es otro de los factores que incrementa el precio de la vivienda y el coste de la vida en la Ciudad Condal”, tal y como afirma Vicenç Ramón Tur, Gerente y Consejero delegado de RtV Grupo Inmobiliario. Ante este escenario, muchos residentes locales se están viendo obligados a desplazarse hacia la primera corona de Barcelona y otras comarcas como El Maresme, donde la oferta de vivienda para comprar y para alquilar ha aumentado a precio razonable, en el primer caso, y donde la calidad de vida es superior que en el centro de Barcelona, como es el caso de localidades cercanas a Barcelona como Alella o Vilassar de Mar y otras tales como Sant Andreu de Llavaneras, Tiana, Viladecans o Sant Cugat.
A día de hoy, el precio de venta de vivienda en El Maresme y primera corona de Barcelona se sitúa en torno a los 2.500-3.000 euros el m2 y el de alquiler en los 700-850 euros aprox, mientras que en Barcelona capital rondan los 3.000-4.500 euros el m2 y los 1.000-1.500 euros de alquiler. “La clase media de Barcelona se desplaza en búsqueda de una mayor calidad de vida y a un coste más razonable que en el centro de Barcelona”, afirma Ramón. Asimismo, la reducción del precio del petróleo y de la gasolina, el incremento de la eficiencia energética de los coches actuales y el buen estado de las comunicaciones viales facilita la movilización a un precio y en un tiempo razonable dentro y fuera de la gran ciudad, similar a lo que ocurre en otras grandes urbes internacionales como Londres, París, Nueva York o Hong Kong, entre otras.
En definitiva, el éxito de Barcelona es una realidad agridulce que por un lado permite crecer, hacer negocios y generar empleo pero que también conlleva buscar una mejor calidad de vida en otras localidades cercanas a la ciudad.