La nueva ministra de la vivienda no lo tiene fácil. Le ha tocado asumir el cargo en un momento especialmente complicado. Atrás quedan las alegrías propagandistas de su inmediata predecesora y el optimismo institucional que el momento preelectoral imponía. Ahora la realidad se manifiesta, el Euribor se aproxima al umbral del 5% y nuestras inmobiliarias tienen que soportar un crecimiento desmesurado de su stock, al tiempo que la crisis del crédito amedrenta a los promotores y a los potenciales compradores.
Ante este panorama no es de extrañar que la nueva Ministra, Doña Beatriz Corredor se sienta abrumada por las características del inmediato futuro que se aproxima y también, por la actitud de varios miembros del gobierno, que parecen haberse contagiado de la mala opinión que ciertos medios de comunicación han expandido sobre el sector inmobiliario, culpabilizando de forma universal, cuando no nos cansaremos de decir que la mayoría de profesionales y empresarios del sector son honrados a pesar de existir relevantes excepciones .
Tanto es así que Beatriz Corredor pidió ayuda para el sector a su compañero Pedro Solbes, en concreto medidas fiscales, que apoyaran la actividad inmobiliaria, pero la respuesta ha sido un no rotundo que ha dejado a Beatriz aún más sola y desamparada ante el peligro, y es que como decía un alto funcionario de la casa, Corredor no tiene ni las amistades ni el poder de Chacón. Peor para nosotros.
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