Tras años de grúas paradas y hormigoneras vacías, la construcción vuelve a consolidarse hoy como uno de los motores de crecimiento de la economía española. La contribución de este sector al Producto Interior Bruto (PIB) alcanzó en el segundo trimestre del año incrementos desconocidos desde comienzos de siglo, con una tasa de variación del 5,8% con respecto al mismo periodo de 2014.
Ni el campo, ni la industria ni los servicios se recuperan a un ritmo tan rápido. De hecho el aumento casi duplica al 3,1% registrado por el conjunto de la economía, que ya navega a niveles de 2007.
El tirón del ladrillo responde a la reactivación tanto de la edificación en vivienda -por el aumento de la demanda- como de la obra pública, esta última impulsada de forma coyuntural en los primeros meses del año por la celebración de elecciones locales y autonómicas.
Además, la inversión de las empresas en el sector se dispara a tasas del 5,1% y el número de empleados sube un 9,2%, lo que avanza una consolidación de la tendencia en los próximos trimestres.
También resurgen con subidas de doble dígito las compraventas de viviendas, la concesión de hipotecas y la solicitud de visados para la edificación de edificios.
Pero la construcción de la postcrisis es solo un reflejo de lo que llegó a ser en 2008, cuando su aportación en precios corrientes al PIB superaba el 10% y su valor bruto añadido a la economía era de 28.879 millones de euros. Luego llegó la crisis de Lehman Brothers, la burbuja inmobiliaria creada en los inicios del siglo pinchó y el sector perdió la mitad de su valor.
Pero no todo el PIB es ladrillo. Desde el punto de vista de la oferta, es el sector de los servicios ligados al comercio, la hostelería y el transporte el que más aportó a la recuperación económica en cifras redondas. La población tiene más renta disponible y la sensación de que las cosas comienzan a ir a mejor por la reducción del paro lleva a comprar más y a gastar más en ocio, a lo que hay que unir un nuevo año de gastos récord por parte de los turistas internacionales.
Otros factores que han impulsado el PIB, ahora desde el punto de vista de la demanda, son el gasto privado de los hogares y la inversión de las empresas, que registraron entre los meses de abril y junio aumentos respectivos del 3,5% y el 6,1%. Por contra, la demanda externa lastró en dos décimas el crecimiento económico al registrarse un aumento de las importaciones -por la mejora de la actividad económica- superior al de las exportaciones.
El otro vector que ha comenzado a repuntar tras años de austeridad es el del gasto público. El consumo de las Administraciones se incrementó un 1% anual en plena campaña y celebración electoral. Se trata del mayor aumento desde el año 2010, cuando el déficit del Estado se disparaba al 9,2% del PIB y Bruselas imponía al país una estricta dieta de gastos para lograr equilibrar sus cuentas públicas.
El secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Íñigo Fernández de Mesa, remarcó ayer en rueda de prensa que este incremento no pone en peligro el cumplimiento de objetivo de déficit del 4,2% comprometido para este año. Además, restó importancia al aumento de 1.015 millones de euros en gasto público en el trimestre añadiendo que tiene una aportación «muy moderada» sobre el crecimiento de la economía.
El número 2 de Economía también defendió el crecimiento «equilibrado» del PIB y estimó una mejora «similar» durante el segundo semestre del año. En este sentido, Fernández de Mesa sentenció que la hipotética desaceleración de China y su impacto sobre los mercados financieros tiene una repercusión «limitada» sobre el comportamiento del PIBnacional. (Fuente: El Mundo)