Tras las últimas grandes crisis inmobiliarias, las de 1993 y 2007, los compradores internacionales volvieron a invertir en Barcelona. La agencia inmobiliaria Monika Rüsch, empresa con más de 25 años de trayectoria en el mercado residencial de Barcelona y líder en clientes internacionales, ha sobrevivido a ambas, y es por su dilatada experiencia por lo que opina que, tras los acontecimientos de los últimos meses, la confianza extranjera en el mercado inmobiliario de la capital catalana, ya se está recuperando.
Las consecuencias a nivel económico de los atentados de agosto de 2017 ya están quedando atrás, pues las ciudades europeas que han sufrido este tipo de tragedias se recuperan en este terreno en un periodo medio de 13 meses. Y en cuanto a la inestabilidad política, el efecto disuasorio que podía provocar en potenciales compradores extranjeros, ya empieza a estar bastante difuminado. Según explica Jordi Gruart Rüsch, director general de Monika Rüsch y economista con más de 20 años de experiencia en el mercado inmobiliario, “la disminución de los compradores e inversores extranjeros es temporal y pasajera, ya que Barcelona es una de las ciudades más atractivas de Europa para comprar o alquilar vivienda, por delante de Londres, París o Roma”.
Actualmente, el perfil mayoritario del comprador extranjero de vivienda en Barcelona es de más de 40 años, de clase media-alta, empresario/a o directivo/a, y con un alto poder adquisitivo. En la agencia Monika Rüsch encuentran, sobre todo, muchos europeos que tienen la idea de jubilarse en Barcelona, ya que, con la jubilación que cobrarán en su país, en la ciudad de Barcelona podrán tener una mayor calidad de vida con la misma renta disponible.
Según un análisis elaborado por Monika Rüsch, además de por su imagen cosmopolita o su excelente ubicación geográfica, el mercado inmobiliario de Barcelona es tan atractivo por cuatro razones económicas fundamentales. En primer lugar, si se compara con las zonas centro de las principales capitales europeas, comprar una vivienda en Barcelona es más económico: el precio del m2 en Londres es de 14.611 euros, en París de 9.834, y en Berlín se sitúa en los 4.825 euros. Frente a todas ellas, el precio del m2 en Barcelona es de 4.368 euros.
En segundo lugar, alquilar una vivienda en Barcelona es más barato que en otras capitales europeas. Aquí, el coste medio del alquiler de una vivienda de 3 habitaciones en el centro de la ciudad se sitúa en los 1.419 euros mensuales. En Londres es más del doble, 3.380 euros; en Paris supera los 2.400, y en Berlín el coste es similar, aunque por encima del de Barcelona, situándose en los 1.483 euros. Otras ciudades como Oslo o Roma, que no superan los precios del m2 de venta de Barcelona, sí que son más caras en el terreno del alquiler. En la capital noruega se acerca a los 2.100 euros, y en la italiana es de 1.892 euros mensuales.
El coste de la vida es la tercera razón económica de peso para invertir en el mercado de la vivienda de Barcelona frente a otras opciones europeas. Según el análisis de la inmobiliaria Monika Rüsch, si en Barcelona se dispone de 1.000 euros, en París se necesita 1.395 euros para hacer lo mismo, y en Oslo 1.649 euros.
En cuarto y último lugar, se sitúan las diferencias salariales y de las pensiones. En cuanto a la diferencia salarial, en términos numéricos y trasladada a capacidad real adquisitiva, se ve bastante mermada, puesto que hay que aplicar el diferencial del coste de la vida. Así, si en Paris un salario medio es de 1.690 euros y en Barcelona de 1.000 euros, el coste de la vida en la capital francesa es un 39,5% más alta que en la catalana. Esto significa que la diferencia en la capacidad real adquisitiva es de tan solo 295 euros. En resumen, el coste de la vida en Oslo está un 110% por encima de Barcelona, en Londres un 91%, en París un 69%, en Berlín un 48%, y en Roma está en el 5%.
En este último apartado, en lo que se refiere a los jubilados europeos, disponen de una renta muy superior a la española y de la libertad de gastarla en la ciudad que elijan, lo que hace que muchos de ellos opten por hacerlo en ciudades españolas, como por ejemplo Barcelona.