El Euro se ha derramado con rotundidad por casi toda Europa, expulsando de un plumazo a monedas nacionales cargadas de historia y emotividad colectiva. Se ha impuesto la lógica, a pesar de que se haya repetido en el pasado hasta la saciedad, que toda nación debía tener una moneda para serlo, lo cierto es que todos sabemos que las monedas solo sirven para pagar y como quiera que el Euro facilita y amplia la función de la moneda se acepta, y nadie por ello hoy considera que dicha ausencia de moneda nacional sea una ofensa o puesta en duda de las naciones.Convendría trasladar este pragmatismo a la inagotable productividad legislativa de nuestras Comunidades Autónomas y municipios, en sus diferentes niveles, en materia inmobiliaria y urbanística para conseguir así, que toda la profesión y empresas del sector inmobiliario y sus clientes, puedan actuar con seguridad jurídica pudiendo llegar a saber que ley es aplicable en cada supuesto sin tener que contratar a un abogado.Las leyes han de servir para facilitar y ordenar con justicia la actividad y vida de los ciudadanos, no para reivindicar competencias.Más precisión, menos leyes.
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