Por Joan Bermúdez i Prieto Abogado. Licenciado en Ciencias Políticas. Bermudez Consulting & Management S.L
Durante la época estival es habitual que aumenten las compraventas de viviendas, en tanto es el momento en el que las familias pueden aprovechar para buscar y visitar su futuro hogar. Este verano también ha habido un incremento, sin embargo, el bajo precio de las viviendas junto con la exigua financiación crediticia difuminan este crecimiento.
El periodo estival acostumbra a ser un tiempo en el que además de permitir, en ocasiones casi de forma forzosa, un alto en la actividad profesional, parece que crea el ambiente necesario para modificar el escenario del resto del año, es como si existiera en el mercado un antes y un después de las vacaciones. La realidad es que se produce una dinámica que en función de la situación previa al periodo estival, incrementa la actividad.
1. Aumento de la compraventa
En los años en los que parecía que todo se vendía, que cualquier producto tenía un mercado propio y un comprador decidido, el periodo estival de vacaciones era sin duda una época interesante y con un alto nivel de actividad para poder generar transacciones. Era el momento en el que las familias disponían de más tiempo y lo dedicaban con calma a visitar y finalmente comprar el piso que deseaban.
Ahora, todavía sin datos oficiales del resultado del verano (realmente todavía estamos casi inmersos en el), pero con ciertos inputs que nos ofrecen los agentes inmobiliarios, debemos decir que se ha notado cierta recuperación, parece que nuevamente las familias (las que tienen la capacidad económica para hacerlo) han dedicado un tiempo a intentar realizar la compra de su vivienda. Tal vez deberíamos hacer énfasis en el mes de Julio que han sido mayoritariamente ventas de segunda residencia, mientras que en Agosto este mercado se ha reducido en beneficio de la primera residencia.
2. Exiguo aumento de los créditos
En conjunto podemos afirmar que las ventas se incrementan mientras los precios de las viviendas se mantienen e incluso siguen descendiendo, o tal vez esta actuación de los precios es uno de los factores que están motivando el mercado de compradores. Las líneas de financiación que ofrece la banca para el sector inmobiliario siguen en una atonía con un lento incremento en los créditos concedidos que no va a facilitar ni al sector financiero recuperarse definitivamente de la crisis que también han sufrido, tal y como precisan ni va a ayudar al sector inmobiliario a incrementar la actividad de forma significativa.
Hay que reconocerlo la banca ha superado las pruebas llamadas de estrés (como si de un examen de final de curso se tratara), que les ha impuesto recientemente la Unión Europea (U.E.), lo cual les afirma a una mayor solidez, aunque casi todo el sector (permítanme la generalización y evitar aportar datos de cada entidad), han visto reducidos sus ingresos y consecuentemente sus beneficios con relación al año anterior, algunas entidades de forma significativa, en parte a la reducción de la actividad crediticia (que es, o debería ser la fuente principal de sus ingresos), mientras mantienen niveles de morosidad que superan el 4% e incluso en algún banco con niveles del 7% del total de deuda viva.
Ciertamente cuando tratamos la evolución del sector inmobiliario, no se puede disociar del sector financiero, ya que ambos mantienen ciertos vinculados y dependencias y no tan solo consecuencia de la época de expansión y de excesos (en ambos sectores) ya que ambos se necesitan y retroalimentan, como tampoco se puede separar de la propia evolución del desempleo y de mercados vinculados a la vivienda. Cuando el sector de la construcción comienza a moverse, a generar nuevos proyectos, es el momento en el que el empleo también comienza a crecer. Actualmente si descartamos el sector servicios, vinculado a la época turística actual, el sector que más ha aportado para la reducción que se esta viviendo de desempleo y mayor crecimiento de puesto de trabajo es el de la construcción e inmobiliario, que comienza, con cautelas, con cierta lentitud, pero al mismo tiempo con voluntad de recuperase y aportar al mercado el producto que este demanda.
El horizonte se nos presenta, tal como hemos ido exponiendo en diferentes momentos, con una necesidad importante de nuevas viviendas, con un demanda cada vez más significativa de compradores, pero también, aunque pudiera parecer contradictorio, con una limitación en los precios que conlleva que estos se mantengan en unos niveles bajos e incluso puntualmente con cierto descenso en los mismos consecuencia de dos factores. El primero es el miedo de las familias a endeudarse, ya que se ha demonizado tanto el hecho de solicitar una hipoteca que hay quien considera casi un anatema hacerlo, el otro factor es la falta de predisposición de los bancos en cuanto a conceder nuevas hipotecas, estas tan solo se van concediendo en base a unos parámetros que son ciertamente estrictos (y hay que añadir necesarios) para evitar que la morosidad que antes hemos enunciado siga creciendo pero al mismo tiempo la rigurosidad en los límites incide también en los precios finales de venta.
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