Lo que podía haber sido una gran operación inmobiliaria se frustró por un problema financiero. Así acabó la reunión. Cuando salieron los clientes le dije a mi padre: “Papá, deberíamos ir pensando en dedicarnos a otra actividad, una retirada a tiempo es una victoria”. Mi padre me pasó su brazo por encima de mi hombro y, acercándome a la ventana, me dijo: “Mira, ¿qué ves?”. “Edificios y más edificios”, respondí. Enseguida él concluyó: “Mientras estén allí, tú y yo tendremos trabajo, más o menos, pero trabajaremos.
Nos contaba esta anécdota el heredero de una casi centenaria inmobiliaria. En el mismo sentido es indiscutible que en nuestra sociedad, con crisis o sin ella, lo inmobiliario siempre provocará requerimiento de profesionales que atiendan las necesidades directas o indirectas que generan nuestros inmuebles.
Afortunadamente para los profesionales de nuestro sector lo inmobiliario siempre tendrá protagonismo en nuestro mundo, salvo que los avances genéticos nos conviertan en caracoles.
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