No cabe duda, que en general, todas las actividades que generan rendimientos están cada vez sometidas a controles más estrictos. El sector inmobiliario no escapa a esta tendencia, y así observamos que por ejemplo, el derecho de propiedad, que a pesar de estar protegido por nuestra constitución, sufre un proceso de limitación de su ejercicio importante y constante. Si seguimos a este ritmo, pronto tendremos que pedir permiso al ayuntamiento de turno para pintar nuestra cocina o invitar a alguien a dormir a nuestra casa. No hay que confundir el libertinaje con la libertad, pero tampoco el orden con el ejercicio abusivo de la autoridad, ya que de producirse, genera desafecciones inquebrantables al ordenamiento jurídico por parte de la sociedad.