Nadie pone en duda la buena voluntad del gobierno al proponer un paquete de medidas anti crisis. Pero hay medidas que, en momentos como los actuales, se hacen muy duras. No lo es acaso, la supresión de ciertas deducciones fiscales por compra de vivienda para nuevos compradores, con ingresos medios anuales que se corresponden con la renta tipo de las clases medias españolas.
El Gobierno pretende que ante este duro futuro, en el que se pueden suprimir incentivos fiscales vigentes desde 1999, los compradores de inmuebles, precipiten en los próximos meses sus decisiones de compra, para poder aún beneficiarse de las deducciones fiscales antes de su desaparición. Pero el comprador sabe o mejor dicho cree saber – hay mucho inmueble que ya no puede bajar más su precio – que cada mes que pase durante el próximo año, casi todo, en el sector inmobiliario, será más barato y esta conducta previsible implicará que la medida gubernamental no producirá el efecto inmediato perseguido.
Con independencia de que este tipo de medidas tengan sus defensores, los que argumentan que parte de la burbuja se produjo por la existencia de este tipo de ayudas al comparador, lo cierto, triste e injusto, es que al final el que siempre recibe más castigo, desde arriba y desde abajo, es el ciudadano de clase media, que es el que paga todo, el que cumple la ley con la esperanza de estar seguro para disfrutar la libertad.
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