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Los pazos son las casas señoriales más emblemáticas del norte peninsular, esto es algo que admite poca discusión. Las características de estas propiedades son de sobra conocidas y, en líneas generales, son relativamente homogéneas. Más heterogénea es, sin duda, la historia que cada recinto campestre compila tras sus gruesos muros.
En la parroquia lalinense de San Román de Santiso se encuentra una de las más singulares construcciones arquitectónicas de la comarca. La llamada Casa Velón, con más de tres siglos de historia en Santiso, muestra el exterior típico de la casa de labranza gallega. Sin embargo, su interior refleja la luminosidad de la influencia andaluza. El patio y el lucernario interiores, junto con las 15 habitaciones conectadas entre sí, son buena prueba de ello.
Según comenta Roberto Menetray, CEO de Lançois Doval, consultora encargada de la venta de esta finca, añade “Nos encontramos ante un pedazo de historia, con amplias posibilidades de ampliación para su futura dedicación a negocios relacionados con la hostelería, dada su calificación urbana, ahora en venta a un precio muy ajustado, por debajo de su valoración real, siendo por ello una oportunidad única para los inversores”.
El presente pazo en venta, situado en la pequeña parroquia de San Román de Santiso y en la comarca del Deza, cuenta con más de 150 años de historia, una trayectoria en la que ha estado permanentemente vinculado a los vaivenes de sus ilustres propietarios y a la historia general de Lalín, la mayor población de su entorno. Ubicada en el extremo oriental de la provincia de Pontevedra, la ciudad se ha caracterizado históricamente por albergar una gran cantidad de tierras de titularidad señorial o eclesiástica (algo nada inusual en la historia gallega). Contrariamente a otras poblaciones de interior, la densidad demográfica de Lalín ha sido tradicionalmente notable.
A comienzos del s. XVIII, el escribano de las Terras do Deza, el ilustre Andrés González Bugallo, demostró tener un muy buen ojo en la elección de su residencia al instalarse en las apacibles tierras de Santiso. Aunque actualmente los propietarios de la finca no sean descendientes directos del funcionario ilustrado, su estirpe se convirtió en una de las más conocidas de la región y destacó por su permanente atención a la situación de sus propiedades. La familia del escribano no trató la propiedad como una casa de campo al uso sino que se implicó constantemente en su mejora.
En el momento en que el pazo en venta en cuestión vio la luz, la zona de Lalín contaba con numerosos edificios de gran valor histórico. Por motivos tan tristes como diferentes entre sí, este excelso patrimonio ha ido menguando, quedando como testigos de aquella época una torre del homenaje, que en su momento estaba adherida a un complejo palaciego-castrense de considerables dimensiones. Las casas señoriales también fueron perdiendo su actividad y la mayoría de ellas se han reconvertido para otros fines o, lamentablemente, han sido derruidas.
