El sector inmobiliario, al igual que el resto de los que componen nuestro tejido productivo, se ve influenciado por los cambios de estación. Por ejemplo, nuestra acción comercial no debe ser exactamente la misma en otoño que en primavera. Cada estación es más proclive a consumir determinados servicios o productos. Si estamos atentos y sabemos distinguir las necesidades prioritarias de los potenciales clientes en cada estación, nuestra oportunidad de negocio brotará con fuerza, como en una perenne primavera.
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