Seguro que más del 99 % de nuestros lectores coinciden en reconocer la importancia de tomar decisiones que permitan y favorezcan la conservación de la naturaleza y el medio ambiente. Pero también parece claro que este mismo 99% no estaría de acuerdo en que para conseguir ese noble fin, la protección de nuestro entorno, se pueda perjudicar de forma directa o indirecta al ser humano.
Lamentablemente, algunas organizaciones que tienen por finalidad fundacional, la protección del medio ambiente, creen que para poder conseguir ese noble objetivo, pueden actuar de cualquier manera, sin medir a quién perjudican, insistimos como si el noble fin que persiguen y no discutimos, justificara las bajas inocentes que dejan por el camino. De esta forma, por ejemplo, si la organización ecologista de turno decide realizar una campaña para alertar sobre el cambio climático, utilizando la imagen de La Manga del Mar Menor, pues nada hay que aguantarse.
En todos los sectores existen desaprensivos, y en el nuestro no faltan, pero también hay una gran mayoría de profesionales y empresarios honrados, que trabajan cada día para mantener a sus familias respetando la ley, y estos, a pesar de lo dicho en la sentencia que recogemos en la sección Hemos de Saber, se han visto perjudicados. Pero no comparecieron en la acción judicial, tenían que trabajar, no tenían tiempo de defenderse, nos dice un pequeño promotor afectado con la mirada fija en el mar, escondiendo sus manos en los bolsillos, protegiéndolas de la baja temperatura, la que corresponde al invierno.
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