El efecto de las caídas en los mercados financieros motivadas por el coronavirus ha disparado el interés inmobiliario por las principales plazas españolas para la inversión inmobiliaria, especialmente en Barcelona, donde se han incrementado las peticiones de información provenientes de inversores y family offices hasta en un 30% en las últimas semanas.
La reorganización del patrimonio de los inversores, con presupuestos de 1 a 10 millones de euros, pone el foco en la adquisición de edificios en el centro de la ciudad y de locales comerciales en zonas prime. El Eixample y Ciutat Vella son los distritos más solicitados.
El efecto del coronavirus en la Bolsa se deja notar en el sector inmobiliario español. Si la semana pasada fue la peor desde mayo de 2010, hace casi una década, con una caída acumulada del 11,76%, esta semana va camino de instalar al mercado bursátil español en la inestabilidad. El coronavirus se erige como el gran culpable de esta tendencia mientras la posibilidad de que los bancos centrales tengan que intervenir para evitar una recaída de la economía mundial planea sobre los mercados.
No obstante, este escenario está teniendo efectos colaterales dinamizadores para el mercado inmobiliario español. Y es que la falta de seguridad de las inversiones en el parqué ha disparado el interés de los inversores por las principales plazas españolas para la inversión inmobiliaria, especialmente en Barcelona, donde el interés de los inversores y family offices ha aumentado un 30% en las últimas semanas. Son datos de la consultora inmobiliaria Laborde Marcet.
Gerard Marcet, socio fundador de Laborde Marcet, indica que “no es de extrañar que en un momento en el que la volatilidad es más que notable, los inversores se muevan hacia otros sectores más seguros como el real estate en activos prime, pues en estos momentos la prioridad es minimizar el riesgo y apostar por activos estables que vayan a garantizar una rentabilidad de, por lo menos, entre el 3% y el 6%. Dicha rentabilidad es la intrínseca que se percibe con los alquileres, sin contar el efecto del apalancamiento financiero, que puede elevar dicha rentabilidad hasta el 7,5%-8,5%. El retorno de la inversión puede ser mucho mayor si se tienen en cuenta las potenciales plusvalías que pueden obtenerse en el momento de la desinversión”.
El principal objetivo de los inversores es la reorganización de su patrimonio. Con presupuestos que van del millón a los diez millones de euros, los family offices locales de Barcelona han puesto el foco en la adquisición de edificios en el centro de la ciudad y de locales comerciales en arterias prime. El distrito Eixample y determinadas calles de Ciutat Vella, con una parte muy importante de la oferta disponible y con una elevada concentración de empresas y turistas, siguen siendo las zonas más solicitadas por los inversores inmobiliarios.
Y es que, tal y como indica Miquel Laborde, socio fundador, el atractivo depende mucho de la localización del activo: “En zonas prime, el retail tiene mucho interés. El comercio electrónico ha reducido la facturación de las tiendas a pie de calle, que se encuentran ahora en segunda línea, pero en las calles principales, la actividad continúa siendo frenética. Por otra parte, en calles como el Paseo de Gracia o Rambla Catalunya, la rentabilidad se sitúa en torno al 3% y 4%, respectivamente”.