Una nueva tecnología que emplea las energías solar (procedente del sol) y geotérmica (obtenida del calor de la corteza terrestre) en la construcción de edificios, para crear un ambiente de confort adecuado y estable durante todo el año, sin necesidad de ningún otro sistema de calefacción o refrigeración.
Este innovador sistema prescinde de combustibles tradicionales como el gas natural, el gasoil o el butano, permitirá a sus usuarios ahorrar, al menos, el 85 por ciento del coste de su factura destinada a calefacción, agua caliente sanitaria y refrigeración. Asimismo, se trata de una tecnología verdaderamente respetuosa con el medio ambiente, ya que reduce en más de un 85% la emisión de CO2 a la atmósfera respecto a los sistemas convencionales.
Los edificios construidos con esta tecnología triplican la eficiencia energética de los calificados como clase A, la máxima certificación que otorga la normativa vigente.
El funcionamiento de este sistema consiste en la colocación en la cubierta de los edificios de unas tuberías por las que circula agua, que es calentada por la acción del sol y transportada al subsuelo de la construcción. Allí, un circuito de tubos conserva la energía gracias a la capacidad de la tierra para acumular calor.
Permanentemente, el sistema informático de control analiza, mediante sensores, las necesidades de confort del edificio, dosificando el calor necesario a través de un sistema de tuberías de agua que circulan por la fachada del edificio, y aseguran en el interior la temperatura que la normativa establece como confortable: entre 20 y 24 grados.
Al mismo tiempo, estas tuberías crean una barrera térmica que aísla al edificio, protegiéndolo de fugas de temperatura, tanto hacia al interior como hacia el exterior.
Esta tecnología, basada en las energías solar y geotérmica, pero compatible con el resto de las energías convencionales, ofrece numerosas ventajas:
– Ahorro económico y ecológico:
Permite reducir un 85% tanto la factura energética como la contaminación emitida, ya que el único consumo energético que requiere es el correspondiente a la electricidad necesaria para alimentar las bombas de circulación de agua, los mecanismos de control y los sensores de temperatura.
Además, la barrera térmica evita la fuga de calor en el caso de que las viviendas, oficinas o espacios contiguos estén deshabitados.
Todo ello, traducido a números, representa un ahorro aproximado de 70 euros al mes para una vivienda de 90 metros cuadrados.
– Viviendas más seguras:
Al no utilizar combustibles, en estas viviendas no existe riesgo de explosión por mala combustión de calderas o por fugas de gas.
– Precios estables:
El sistema emplea dos energías limpias, renovables, inagotables y gratuitas. Por esta razón, los propietarios de los edificios que las utilizan están protegidos ante cualquier crisis derivada del alza del precio o del agotamiento de energías como el petróleo o el gas natural.
– Estéticas:
La temperatura es constante durante todo el año y se dosifica por las tuberías que circulan por la fachada, por lo que en el interior de las viviendas, oficinas… no hay radiadores. De esta forma, se gana en espacio para decorar y amueblar.
Autor: Promociones SADABA
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