El inicio del nuevo año, cual si fuera un final en la existencia de los mercados y un volver a comenzar, nos aboca (al margen del necesario análisis puntual de la evolución de la actividad empresarial i/o profesional y cerrar un periodo de tiempo ya agotado) a realizar un proceso de análisis y estudios para establecer pautas y previsiones. En definitiva, objetivos para el próximo periodo anual, necesitando para ello contar con las estimaciones y estudios que sobre la evolución futura establecen los analistas en cada uno de los sectores.
Por nuestra parte no podemos abstraernos a esta circunstancia y más, teniendo en cuenta que precisamente el año 2.005 lo despedimos con noticias que en principio pueden generar (nuevamente) cierta intranquilidad, o, al menos, incertidumbre en los diferentes colectivos que actúan y desarrollan su actividad profesional en relación con el sector inmobiliario.
De todas ellas destacaría la publicación del incremento de un 0,25% en el tipo básico de interés del Banco Central Europeo (BCE) después de una larga etapa de 5 años con una tendencia de reducciones que nos situó antes de este último incremento en el 2% de interés durante los últimos dos años,
En la misma línea surge en Noviembre un repunte del 0,27% del Euribor hipotecario que lo sitúa en el 2,684% y para escenificar las posibles consecuencias de estos cambios, añadiría el mensaje de aviso que desde la Asociación Hipotecaria Española nos hacen, recordando que se puede producir un incremento del hasta el 8% del importe de las cuotas en el pago de las hipotecas, en función del momento y tipo de interés en que la hipoteca se formalizó.
No se trata de que estos incrementos de los intereses comporten tal aumento per se, sino que existe la posibilidad comparativa entre la cuota del primer año de compra de la vivienda y la que pudiera resultar si los tipos de interés siguieran una pauta de crecimiento, y se vieran repercutidas en este porcentaje.
No se trata de que estos incrementos de los intereses comporten tal aumento per se, sino que existe la posibilidad comparativa entre la cuota del primer año de compra de la vivienda y la que pudiera resultar si los tipos de interés siguieran una pauta de crecimiento, y se vieran repercutidas en este porcentaje.
También desde el Ministerio de Trabajo, en este caso desde una vertiente más social, aunque indiscutiblemente vinculado a lo económico, se manifestaba una preocupación, a través de unas declaraciones que hacían referencia al riesgo (siempre latente) de si la actividad de construcción (de viviendas básicamente) se viera reducida consecuencia tanto por el incremento de las cuotas hipotecarias, como por el nivel de precios de los pisos (que se mantiene dinámico) o por un descenso en la demanda de pisos, tendría su efecto en la posible desaceleración laboral en el sector.
Tan solo la parte del sector inmobiliario correspondiente a la construcción mantiene actualmente un total de 2,4 millones de personas empleadas (según datos de la última Encuesta de Población Activa). Con unas tasas de absorción de nuevos puestos de trabajo del 5% en el año 2.005, cifra superada en el año 2.000 con la incorporación del 9,5% del total de nuevos puestos de trabajo con un incremento en este periodo de cinco años de 640.000 trabajadores.
Estos datos nos recuerdan que el sector inmobiliario es algo más que un mercado con fuertes incrementos de precios que hacen cada vez más difícil el acceso a la vivienda, es también una fuente de ingresos importante para un importante número de familias además de ser uno de los motores principales de la economía nacional.
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