Económicamente hablando, el mes de agosto ha sido con toda probabilidad de lo más atípico. Mientras millones de ciudadanos disfrutaban de sus vacaciones de verano, las empresas funcionaban a medio gas y las distintas instituciones y Administraciones esperaban afrontar otro otoño caliente, desde la todo poderosa Estados Unidos salta la alarma con el anuncio de la crisis de su mercado hipotecario, debido al masivo impago de los deudores hipotecarios con diversas compañías americanas, avecinando una crisis sin igual en los mercados de valores, la desconfianza de las entidades financieras y el incremento de los impagos.
Para entender esta crisis es preciso saber que en Estados Unidos son comunes las hipotecas de alto riesgo o «subprime´´, que son aquellas que se otorgan a personas que cuentan con lo que en el lenguaje capitalista financiero se llama «un nivel de riesgo mayor y no pueden cumplir con sus obligaciones de pago».
Este riesgo de incumplimiento proviene de diversos factores, como por ejemplo, un historial de crédito de poca confianza o una situación de inestabilidad laboral. Otra razón de su alto riesgo es el menor grado de requisitos exigidos al cliente por la financiera o banco que otorga el crédito. Considerando este riesgo, el mercado les asigna una tasa de interés mayor, lo que a la vez, en un mercado de tasa ajustable, aumenta el riesgo de incumplimiento en el pago de las letras hipotecarias.
Siguiendo una práctica regular en el mercado, estas hipotecas generalmente eran titularizadas y utilizadas como garantía de valores. Los inversionistas, a su vez, financiaban a estas financieras con la compra de estos valores garantizados que tenían un mejor rendimiento a causa de la mayor tasa de interés.
Con todo, estas hipotecas participan de un riesgo más elevado y por eso son llamadas «subprime´´, para indicar que no se le está ofreciendo la tasa prime que reciben los buenos clientes.
Y como muestra un botón: La crisis hipotecaria de Estados Unidos se ha llevado por delante, al menos, 100.000 millones de dólares (72.000 millones de euros, aproximadamente). Ésta es la cifra que ofreció el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en una comparecencia en el Senado sobre la situación económica de la primera potencia mundial.
Sea como fuera y en línea a lo que han venido anunciando los analistas, el lobo no sólo ha enseñado ya sus dos orejas, sino que está a punto de devorar a su primeras víctimas, como es el caso de New Century, cuyas acciones se desplomaron en una sola semana un 80% y se suspendieron tras perder un 56% en la preapertura, después anunciar que varios bancos de inversión que le prestaban dinero para ejercer su actividad ñconcesión de hipotecas subprime-, le habían retirado la financiación y reclamado la devolución de los préstamos concedidos.
En un documento remitido a la Securities and Exchange Commision (la CNMV de EEUU) comunica además, que algunos de sus clientes se están retrasando en el pago de las cuotas y que no cuenta con el capital suficiente para hacer frente a los compromisos adquiridos con las entidades financieras que le han prestado capital.
En este comunicado, New Century -que tiene únicamente una capitalización bursátil de más de 178 millones de dólares-, dice que tendrá que hacer frente a la devolución de unos 8.400 millones de dólares, si todos sus acreedores le piden todos los préstamos atrasados. Algo que ya le han comunicado a través de sendas misivas Morgan Stanley, Citigroup, Goldman Sachs, Barclays Bank, Bank of America e IXIS Real Estate Capital.
Este es sólo un ejemplo de lo que está sucediendo a raíz del fracaso de las hipotecas «subprime» o basura -centradas en prestar dinero a altos intereses a ciudadanos con una situación financiera incierta- y que, en un efecto domino, ha tenido gran repercusión en los mercados mundiales.
Lo cierto es que Europa y, como no, España, han debido afrontar el riesgo del encarecimiento del dinero tras la crisis desatada en Estados Unidos. Esta crisis ha tenido como consecuencia la subida de los tipos de interés en general, medidos en diversos índices, la caída de los valores de las empresas en la bolsa debido a la ausencia de inversores, y el desplome de algunos productos financieros, en particular los asociados al ojo del huracán: fondos de inversión con colocaciones en el mercado hipotecario estadounidense.
En el plano bursátil, el nerviosismo desatado por la crisis hipotecaria americana se apoderó de los inversores en las Bolsas de todo el mundo, que vivieron el pasado 16 de agosto, un jueves negro y situaciones cercanas al pánico. En las españolas, el Ibex-35 cayó el 3,7% para quedar en 13.979 unidades, por debajo del listón psicológico de los 14.000 puntos y un nivel inferior al de comienzos del año, convirtiéndose en el mayor desplome sufrido en una sesión desde el 15 de marzo de 2004: aquel día después de la victoria socialista en las elecciones generales, cedió el 4,2%.
De este modo, el Euribor, el indicador más usado para calcular las hipotecas, sumó en agosto su vigésimo tercera subida consecutiva, situándose en el 4,661%, su mayor nivel desde diciembre de 2000. Repunte del Euribor que se produce pese a las inyecciones masivas de liquidez al sistema por parte del Banco Central Europeo (BCE), en coordinación con otras autoridades monetarias, como la Fed o el Banco de Japón (BoJ, por sus siglas en inglés), que han adoptado medidas similares para alejar el fantasma de una crisis crediticia.Este nuevo incremento, que dejó el indicador a 0,587 puntos de su récord histórico, fijado en la media mensual de agosto de 2000 en el 5,248 por ciento, ha supuesto por de pronto un nuevo encarecimiento de las hipotecas que subirán una media de 84 euros al mes y más de 1.000 euros al año para aquellos que adquirieron su vivienda hace un año, cuando este índice se encontraba en el 3,615 por ciento.
Según datos del mercado, desde 1999, cuando comenzó a cotizar el Euríbor, el indicador sólo ha estado en ocho ocasiones por encima de la media alcanzada en agosto de este año.
Aún así, según los analistas, la razón fundamental de la subida sostenida del Euribor desde hace casi dos años está en la política monetaria que mantiene el Banco Central Europeo (BCE) desde diciembre de 2005, con alzas de tipos intermitentes para intentar controlar la inflación y la masa monetaria de la zona euro.En virtud de esa política, el tipo de interés oficial en la eurozona ha pasado del 2 al 4 por ciento, tras ocho subidas consecutivas de un cuarto de punto, repartidas en estos últimos dos años.
Afortunadamente, el BCE ha renunciado recientemente a acordar un nuevo incremento de los tipos de interés- se temía la subida de un cuarto de punto-, que actualmente se sitúa en el 4%, dando un respiro a los sufridos y temerosos deudores hipotecarios.
Desde el Gobierno español se lanzan mensajes de tranquilidad y de confianza con respecto al mercado hipotecario español. Para el presidente del gobierno, la crisis financiera que vive el sistema crediticio a consecuencia de la situación de las hipotecas subprime en Estados Unidos no tendrá efectos significativos.
Por su parte, tras una reunión con los representantes de la Confederación Española de Consumidores y Usuarios (CECU), la ministra de Vivienda, Carme Chacón, transmitió tranquilidad a la hora de invertir, ya que la crisis estadounidense nada tiene que ver con la realidad que vive el mercado español, asegurando que es uno de los más seguros del mundo. Asimismo, coincidió con el mensaje del titular de Economía, Pedro Solbes, y con el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, de que el aumento de los tipos de interés esté llegando a su límite.
En idéntico sentido se han pronunciado tanto la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas de Ahorros y Seguros (Adicae), señalando que los posibles efectos de la crisis financiera en la economía española son dudosos, como la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), que entiende que la situación actual no es preocupante, pero conviene permanecer muy vigilantes ante próximos acontecimientos.
Pero dicho todo lo anterior, no hemos de olvidar la realidad española que cuenta con un censo total de más de 21 millones de viviendas en el año 2001, 15 millones de ellas calificadas como principales, siendo el país de todo el mundo con un número mayor de residencias construidas por habitante. La construcción de casas nuevas sigue creciendo y los precios de los pisos también. Y por mucho que se edifique, todo se vende. Parejo al incremento del coste del metro cuadrado, un 15% anual desde 1998, ha aumentado el endeudamiento de las familias españolas hasta llegar a comprometer el 95% de sus ingresos, según el Banco de España.
Asimismo, con las cifras oficiales que publica el Ministerio de la Vivienda, desde 1998 el precio del metro cuadrado se ha incrementado un 15% de media por año. Por el contrario, la Renta Bruta Disponible de los hogares ha crecido de media anual sólo un poco más del 3% en dicho lapso.
Continuando con las estadísticas, el 23,5% de los españoles está pagando una hipoteca por la compra de su vivienda, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que refleja que el 74,4% de los ciudadanos viven en régimen de propiedad, frente a sólo el 11,6% que vive en una vivienda en alquiler. La encuesta señala que a los ciudadanos les queda de media 15,17 años para terminar de pagar su préstamo y que actualmente dedican el 25,3% de su sueldo a los gastos de la vivienda, ya sea al del alquiler o la hipoteca.
La encuesta también revela que el importe de la hipoteca media se sitúa casi cien euros por encima del alquiler medio: los que han decidido comprar una casa pagan 466 euros de media, frente a los 356,8 euros que abonan los que han optado por arrendarla.
Para completar esta situación, el endeudamiento de las familias para la adquisición de vivienda mantiene el elevado ritmo de avance registrado en los últimos meses, tras alcanzar en octubre un incremento interanual del 24,6%, lo que supone una aceleración de 1,3 puntos sobre el aumento registrado en el mismo mes de 2004, según los últimos datos del Banco de España.
Y está aún por ver el volumen de negocio que representará la apertura al mercado de la denominada hipoteca inversa, sobre la que ya en esta misma revista efectué un amplio comentario, respecto de la que está pendiente de aprobación un proyecto de ley regulador.
Con estas cifras, es preciso continuar alerta y no dormirse en los laureles. Los efectos de una crisis hipotecaria como la sufrida por los Estados Unidos tendrían en nuestro país unos efectos devastadores, con unas repercusiones tanto económicas como sociales que, hoy por hoy, se hacen difíciles imaginar.
Sin embargo, hay que arbitrar sistemas de garantías para que situaciones como las vividas en Estados Unidos no afecten a nuestra economía. Garantías que pasan por hacer un frente común por parte de la Unión Europea que frene los efectos no deseados de la economía globalizada
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