Por Roberto de Antonio. Socio Fundador de Factorverde
Los sistemas de climatización alimentados con biomasa presentan numerosas ventajas respecto del gas natural y el gasóleo, por el ahorro en tarifas, la mejora de la eficiencia y seguridad de las calderas o la revalorización de las viviendas al poder obtener a una mejor calificación energética.
El uso de un sistema de climatización por biomasa revaloriza la vivienda al poder obtener a una mejor calificación energética, fundamental tras la obligatoriedad del certificado, conforme a la nueva normativa
Los precios del gasóleo sufren muchos aumentos dependiendo del contexto internacional, en cambio el precio de la biomasa se mantiene de forma estable; el ahorro puede llegar, dependiendo de la instalación, hasta un 40%
El tema de la sostenibilidad en los edificios desde que se aprobara el RD 235/2013 está en el centro de debate del sector de la arquitectura y la construcción. Además la Ley de Rehabilitación también ha jugado su parte. Todo esto puede llevar a esperar una reavivación del sector, generando nuevos puestos de empleos o un nicho de mercado que se estaba aguardando desde hacía ya algunos años y en el que muchos llevaban trabajando tiempo.
La eficiencia energética en edificios, aparte de dinamizar el mercado, responde a un plan mucho más amplio como es el compromiso 20 -20 -20 y la necesidad real de cambiar hacia modelos de consumo energéticos más eficientes.
Ser eficientes energéticamente es justamente ser responsables con el mundo en el que vivimos. Se trata de extender un compromiso hacia modelos y formas de comportamiento más inteligentes, sin renunciar al confort, y que éstos sirvan para reducir las emisiones de CO2.
Teniendo en cuenta que, de acuerdo con el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), el 67% del consumo energético de un piso medio en España se invierte en calefacción y ACS, las fuentes de energías renovables ven este nuevo escenario como una posibilidad de afianzarse en el mercado residencial, desarrollándose y cobrando protagonismo.
Una de las alternativas es la biomasa para uso térmico, es decir, biomasa para generación de calor. La biomasa es una fuente de energía renovable, como lo es la fotovoltaica o la eólica. A diferencia de éstas, la biomasa procede de excedentes de la naturaleza susceptibles de ser aprovechados energéticamente y no es dependiente de condiciones climatológicas.
Se trata de crear un subproducto, dar una segunda vida a deshechos forestales que, de otra forma, se quedarían en nuestros bosques provocando incendios como los sucedidos durante este último verano. Es importante destacar que en España se desencadenan una media de 17.000 incendios al año.
Aparte de contribuir a la tarea de prevención de incendios, el uso de la biomasa comporta una serie de beneficios tales como:
Generación de empleo, si se toma como referencia la energía necesaria para abastecer de calor a una población de 10.000 habitantes, los puestos de trabajo que se crearían serían de 135, diferencia notable con respecto a los 9 que crea el abastecimiento con gasóleo
Reducción de emisiones, ya que la biomasa computa neutro en el ciclo de CO2
Desarrollo rural, la biomasa, al ser gestionable, ha de contar con mano de obra en toda su cadena de valor hasta llegar a la caldera. El ciclo empieza siempre en las zonas rurales, generando riqueza y ocupación.
Reducción de dependencia energética del exterior, al poder contar con materia prima procedente de nuestros bosques. España es rica en biomasa y el 78% de los recursos no se utilizan, sin embargo presenta una dependencia energética del 80% que no ha variado desde los años 80.
La biomasa para la generación de calor está caracterizada por una gran eficiencia, superando el 85% de rendimiento. Su forma habitual de consumo es a través de pellets, biocombustible sólido que se obtiene a partir de biomasa agrícola y forestal que tras un proceso de trituración, secado, molienda, prensado y enfriado, se obtiene un producto cilíndrico que permite automatizar de forma cómoda su uso en instalaciones térmicas, estufas y calderas: 2 kg de pellets equivalen a 1 litro de gasóleo.
Alemania, Austria o incluso Italia son países líderes en el uso de esta energía limpia como fuente de calor. En Austria se instalan cada año 57.000 calderas de pellets; en Italia existen más de un millón y medio de estufas funcionando. Son datos que se deben tomar en consideración a la hora de valorar el implacable despegue de la biomasa térmica en España.
Actualmente un factor clave a la hora de tomar la decisión de sustituir calderas de gasóleo por biomasa es el factor económico. Los precios del gasóleo sufren muchos aumentos dependiendo del contexto internacional, en cambio el precio de la biomasa se mantiene de forma estable.
En los últimos años aparte del uso de calderas o estufas, se están desarrollando cada vez más proyectos de district heating, o redes de calefacción que, desde una central térmica ubicada no muy lejos de las viviendas, distribuyen calor y agua caliente sanitaria a través de un sistema de doble tubería que transcurre enterrada en la vía pública.
En España, debido a la antigüedad del parque de viviendas, hay un gran potencial de transformación de salas de calderas de gasóleo o de gas a biomasa, ya que muchas instalaciones, además de insuficientes ecológica y económicamente, están llegando al final de su vida útil.
Actualmente, según el Observatorio Nacional de Calderas de Biomasa, existen 28.749 registros de calderas que funcionan con biomasa y 78 registros de district heating alimentados con esta fuente de energía, de los cuales, 70 ya se encuentran en funcionamiento.
El uso de la biomasa térmica, asimismo, comporta una serie de ventajas directas para quienes optan por esta fuente de energía, algunas de ellas son:
Ahorro respecto a las tarifas de gasóleo, pudiendo llegar, dependiendo de la instalación, hasta un 40%
Incremento de eficiencia y seguridad de las calderas, sin que existan riesgos por manejo de combustibles fósiles
Revalorización de las viviendas al adoptar un sistema energético más sostenible, eficiente y económico y poder obtener a una mejor calificación energética.
Integrar nuevas fuentes de energía en nuestros hogares, revalorizando, además el inmueble y consolidar esa apuesta por las energías renovables que recoge la Comisión Europea es un punto de partida para la reducción considerable de la huella ecológica y el camino para afianzar una economía baja en carbono.
#ads1{display: none !important;}
#ads2{display: none !important;}
#ads3{display: none !important;}
#ads4{display: none !important;}
/*.code-block {display: none !important;}*/
#economist-inarticle{display: none !important}
#publicidad{display:none;}
#cortardivhglobal{display: none !important;}
¿Quieres seguir leyendo?
Suscríbete a la Revista Inmueble desde