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¿ Qué es el LEED?
La edificación sostenible es ya, de manera incuestionable, la única forma adecuada de construir espacios habitables que nuestra sociedad se puede permitir. Espacios que no tienen más remedio que estar en plena armonía con su entorno ambiental, tanto durante el proceso de construcción como durante toda su vida de uso. Los niveles de impacto que ha alcanzado la edificación no permiten otra alternativa viable de cara al futuro próximo. No podemos permitirnos otra forma de construir que no sea sostenible en su totalidad. En realidad, no podemos permitirnos ninguna actividad que no sea estrictamente sostenible. No quisiera entrar en un debate utópico sobre esta cuestión, pero hay actividades lo suficientemente planificadas, controladas, estudiadas y medidas, como la edificación, en las que sí es posible establecer un paradigma, un conjunto de verdades incuestionables, que nos permitan acordar unas normas generales que nos faciliten salir de lo utópico y entrar en lo pragmático en un asunto tan delicado como este del impacto ambiental.
¿Cómo se está creando ese paradigma, ese conjunto de reglas, de patrones, de modelos ideales de uso que nos acerquen a la edificación sostenible?
Basta con echar un vistazo al conjunto de disposiciones y normas de diferente rango jurídico para comprobar que el enfoque que se aplica es bastante limitado o parcial. Desde la Directiva 2002/91 de la Comisión Europea sobre construcción sostenible, que propone un paquete de 75 medidas diferentes, hasta el vigente Código Técnico de Edificación de nuestra Administración, el enfoque de sostenibilidad en la edificación se dirige casi de forma exclusiva a lograr la máxima eficiencia energética de los edificios construidos. Es cierto que los edificios son auténticos sumideros de energía y que es imprescindible reducir de forma urgente el caudal energético que consumen y que las medidas jurídicas y normativas actualmente en ejecución van a contribuir de forma eficaz a conseguirlo.
El objetivo de la Unión Europea de reducir un 20% el consumo energético en los edificios en 2020 es un reto importante y medidas como las adoptadas recientemente en España para regular un sistema de certificación energética de edificios de nueva planta caminan en esa dirección. Pero hay que ir más allá.
La cuestión energética no puede ser el único objetivo de la sostenibilidad en la edificación. Hay otros parámetros con igual importancia a la hora de evaluar el nivel de impacto que tiene un edificio en su entorno y que deben ser incluidos en ese paradigma de sostenibilidad en la edificación que buscamos.
No podemos permitirnos otra forma de construir que no sea sostenible en su totalidad
El verdadero reto es identificar esos parámetros y calibrar su importancia relativa en el conjunto de lo que sería una optimización de la construcción y uso de edificios en armonía con el entorno para incorporarlos a un cuerpo normativo. A nadie se le oculta que esto puede degenerar en un debate político interminable, que acabaría por convertir en inútiles todos los esfuerzos dedicados. Sin embargo, en esto, como en otras cuestiones, la iniciativa privada va bastante por delante del legislador y sería prudente aprovechar esta experiencia.
Existen modelos de gestión de la sostenibilidad en la edificación elaborados por instituciones de índole privada que han demostrado en los últimos años unos niveles de eficacia más que notables y algunos de esos modelos están a punto de convertirse en auténticos estándares.
Se trata de instituciones que trabajan en el ámbito de la certificación de la edificación con el objetivo de otorgar unos ratios calificadores que otorguen visibilidad pública a los esfuerzos de empresas y particulares comprometidos con el logro de unos edificios construidos y usados con mínimo impacto ambiental. Los criterios de evaluación que siguen pueden ser un ejemplo adecuado tanto para la legislación comunitaria como para la propia española a la hora de elaborar un cuerpo normativo sobre la cuestión.
No descubro nada nuevo cuando aseguro que la iniciativa del US Green Building Council, una asociación sin ánimo de lucro creada en 1998, con más de 11.000 miembros en todo el mundo en diferentes sectores relacionados con la edificación, es la más avanzada y eficiente de las actualmente diseñadas. Su sistema Leadership in Energy and Environmental Desing (LEED) goza de reputación universal y es aceptada por los líderes mundiales del negocio de la construcción y diseño de edificios como un estándar riguroso y atractivo para propietarios y usuarios de espacios habitables.
el enfoque de sostenibilidad en la edificación se dirige casi de forma exclusiva a lograr la máxima eficiencia energética de los edificios construidos
El sistema LEED se aplica a todo tipo de situaciones en la edificación, bien sean las construcciones de nueva planta y las grandes remodelaciones, el mantenimiento de edificios ya existentes, la remodelación de interiores, las viviendas unifamiliares, los desarrollos urbanísticos y el envoltorio y estructura de nuevas edificaciones. Esta última categoría, la de envoltorio y estructura, core and shell, es una de las más interesantes, pues fija unos estándares de sostenibilidad que afectan esencialmente a edificios de oficinas y grandes centros comerciales, el grupo de edificaciones con mayor impacto ambiental, tanto en su construcción como en su largo periodo de uso.
El sistema LEED abarca seis ámbitos de análisis de la sostenibilidad de los edificios: las características de la parcela, el uso eficiente del agua, el uso de la energía, los materiales y recursos empleados, la calidad del medio ambiente interno de los edificios y aspectos referentes a innovación y diseño en la construcción. La variedad de criterios de evaluación es amplia. En el caso de las características de la parcela, se analizan cuestiones como las facilidades de aparcamiento, la cercanía a redes de transporte público y hasta la información y señalización que se ofrece al usuario. En el apartado de materiales no sólo se evalúan las posibilidades de reciclado y recuperación de los materiales empleados, sino hasta la eficiencia de los sistemas de transporte para su acopio o si son proporcionados por la industria local. Ni que decir tiene que los apartados de agua y energía exigen las máximas cotas de eficacia en el rendimiento de su utilización. La calidad de la atmósfera interior, los sistemas de ventilación, las políticas sin humos, las emanaciones de los materiales y hasta el color y confort de las instalaciones son igualmente tenidas en cuenta.
Es cierto que el estándar LEED es un sistema de certificación que otorga una calificación en función del nivel alcanzado en el cumplimiento de las exigencias de sostenibilidad. Es cierto también que los sistemas de certificación son importantes y ayudan a dar visibilidad a la sostenibilidad. Pero es evidente que un cuerpo normativo sobre sostenibilidad en la edificación no persigue como fin esencial el logro de un sistema de certificación. Lo importantes y trascendente del sistema LEED como ejemplo o modelo a seguir es la amplitud del concepto de sostenibilidad que utiliza, que no se queda exclusivamente en la cuestión del aprovechamiento energético, sino que va al fondo de otras cuestiones importantes. Por eso considero que es un modelo que podría servir de guía a las administraciones. Por ahí debe caminar la elaboración de ese cuerpo normativo que haga posible ese sueño de la sostenibilidad en la edificación.
No hay que olvidar una cuestión importante y que afecta también a la regulación normativa de esta cuestión. La edificación sostenible no es barata. Es cierto que otorga un valor añadido de calidad que tiene importancia a la hora de la comercialización de los edificios y en los costes de mantenimiento posteriores. Pero hay que ser conscientes de que la cuestión precio puede ser una frontera importante para la plena implantación de ese cuerpo normativo hacia la sostenibilidad. Las ayudas fiscales, las bonificaciones en las licencias, la agilización administrativa de las que se acojan a los estándares de sostenibilidad son algunas iniciativas posibles para incentivar la aproximación a esta forma de construir y gestionar edificios.
De cualquier manera, es una tendencia imparable. El mercado demanda la máxima eficiencia ambiental y en poco tiempo va a ser un factor excluyente en algunas áreas de negocio, como oficinas y centros comerciales. El que no esté en esta onda, desaparecerá. La iniciativa privada ya ha avanzado en esta cuestión. Ahora le toca a los poderes públicos.
Autor: Javier de Diego. Director de Construcción de Hines
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