Este nuevo posicionamiento en la concesión de créditos generará una reducción de producción de viviendas, que se reflejará, no ahora, sino en los próximos dos años, aunque en ningún caso esta previsible reducción de la oferta futura, se puede ver como un factor negativo en si mismo. Permitirá un reajuste en un momento en el que se estaba corriendo el riesgo de generar un desequilibrio entre oferta y demanda, aunque si en la forma en que se desarrolla ya que algunos industriales del sector pueden tener dificultades para poder acometer sus compromisos con normalidad.
La segunda consecuencia es derivada de la primera, si no existe préstamo promotor, tampoco se puede producir la subrogación al adquirente de la vivienda, con ello quien pretenda comprar un piso puede no disponer de la hipoteca necesaria, luego la venta no se podrá realizar. Los nuevos adquirentes que se presentan en las ventanillas de los bancos y cajas de ahorro pidiendo la financiación, se encontrarán con una posición más estricta en su concesión cuando no una negación directa a su estudio, nuevamente ello frena la venta de viviendas.
las que han generado esta situación.
En una economía como la
La previsible recuperación de una estabilidad, no comportará un regreso a la situación anterior del sector inmobiliario, ya que la aportación de recursos económicos a través que préstamos hipotecarios que hasta la fecha han permitido el alto volumen de venta de pisos se verá reducida y los criterios para la concesión de los prestamos tanto a los promotores como a los futuros compradores, se endurecerán.
Este nuevo escenario no se ha de ver forzosamente como un proceso negativo, si algo se había incrementado a unos niveles preocupantes era tanto el número de nuevos proyectos inmobiliarios que se pretendía iniciar, así como
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