Parecía que con la entrada del nuevo año el mercado inmobiliario se iba a clarificar, respondiendo al clima que los diferentes indicadores económicos nos planteaban. Sobre todo respecto a la trascendencia o no en nuestro mercado de .. Pero no ha sido así.
El nuevo ejercicio mantiene el clima revuelto subidas y bajadas bruscas en Bolsa, compra de activos por parte de las grandes empresas inmobiliarias y constructoras, movimientos del accionariado, cierre de empresas inmobiliarias, etc. Y esta inquietud queramos o no se traslada a toda la cadena : desde el inversor al propietario pasando por el obrero que ve peligrar su puesto de trabajo y por último el usuario, receptor del inmueble qua ante estas noticias más o menos inquietantes piensa que estamos en un momento en el que debemos quedarnos quietos no cambiar de casa y esperar tiempos mejores.
La caída de las inmobiliarias responde a un cambio objetivo de las condiciones económicas que en los últimos años han permitido su explosivo crecimiento y, por extensión, su meteórico despegue bursátil.
La desaceleración del sector ya se cobró en 2007 sus primeras víctimas, como la inmobiliaria Llanera, que ha solicitado la suspensión de pagos. Aunque el desencadenante de este rosario de problemas fue Astroc.
Las pequeñas promotoras que han surgido en los años 90, aquellas que cuentan con una gran cartera de suelo no urbanizable y las que tienen desarrollos en la costa serán las que más problemas sufran. Las grandes tampoco se han librado del fin de la etapa dorada del sector. El nivel de pre ventas residenciales de Colonial cayó un 48% a septiembre, ( la misma Colonial ha sufrido para obtener una refinanciación ), mientras que Metrovacesa y Fadesa acumulaban unos descensos del 52% y del 32%, respectivamente, renta corporación retrsa dos años su expansión de negocio,
La crisis crediticia ha encendido el cambio. Las inmobiliarias necesitan el dinero de los bancos justo cuando los bancos necesitan recuperar el dinero que le han prestado a las inmobiliarias.
Tras años de continua ingesta de crédito para alimentar proyectos de crecimiento orgánico e inorgánico, las inmobiliarias han empezado a ajustarse la hebilla del cinturón. Las inmobiliarias se están deshaciendo de sus propiedades y, en algunos casos, hasta de parte de su propio capital. Las inmobiliarias están vendiendo sus propiedades. Pero la urgencia de sus compromisos financieros está motivando que las desinversiones se realicen, en muchos casos, por debajo del precio de mercado, lo que reduce el importe de las amortizaciones de deuda. El sector está negociando, además, un retraso de los pagos. Las compañías están enfrascadas en procesos de refinanciación de su apalancamiento. Las desinversiones realizadas han servido para reducir deuda, pero también van a traducirse en una rebaja del valor del patrimonio del sector. Las inmobiliarias centradas en el negocio de promoción de suelo están menos expuestas que las focalizadas en la promoción de vivienda, como Martinsa Fadesa o Urbis. Por lo que respecta a las empresas con un perfil patrimonialista, aquéllas con un fuerte peso del negocio de alquiler están más protegidas que las compañías con mayor exposición a la rotación de activos, el caso de Metrovacesa o Colonial.
La paradoja, con todo, persigue al sector. El mundo no se acaba en el sector residencial ( ya sea de primera o segunda residencia) El sector inmobiliario no es uniforme y no debemos olvidar que al mercado de oficinas, hoteles o industrial no le podemos aplicar los mismos criterios. En estos últimos casos la crisis ni se asoma. Así, que debemos tener paciencia y diversificar nuestros productos en la mediad de lo posible, y, sobre todo debemos confiar en que el propio sector encuentre el camino para mejor sobre llevar estos momentos de inquietud.
Y cuando ya nos habíamos olvidado de las batallas por el control en el accionariado de Metrovacesa, una nueva sociedad entra en conflictos internos: Colonial. La penúltima noticia hace referencia a que Joaquín Rivero, presidente de Gecina, ha ofrecido a Goldman Sachs, uno de los cuatro bancos acreedores de la inmobiliaria, una OPA por el 100% de Colonial, que pagaría mitad en efectivo y la otra mitad en acciones de Gecina. Tendremos que esperar para ver cómo evoluciona.
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