Si abrimos los periódicos de los últimos meses, las revistas técnicas especializadas y cualquier publicación afín al sector de la construcción, nos encontramos con un denominador común, la preocupación por parte de la sociedad de mejorar su calidad de vida.
Aislar la vivienda térmicamente es uno de los pilares básicos necesarios para conseguir esa calidad. Mucho se ha analizado y escrito sobre el aislamiento acústico, otro punto vital para la consecución del confort en la vivienda, y poca tinta se ha empleado en abordar la cuestión térmica, tan importante como la anterior.
La demanda ciudadana de una mayor preocupación por las condiciones de habitabilidad de sus viviendas, ha instado al Gobierno a comprometerse recientemente a destinar 1.000 millones de euros a la rehabilitación de 500.000 viviendas antiguas. Hasta que llegue la época en la que la arquitectura bioclimática, es decir, aquella que basa el diseño de los edificios teniendo en cuenta las condiciones climáticas, se instaure, es necesario adaptar las construcciones ya existentes, para equiparar sus índices de salubridad a las nuevas edificaciones.
Por eso, mediante materiales con una alta resistencia térmica, se establece una barrera al paso del calor entre dos medios, estabilizándose de este modo en temperatura, y se consigue, por tanto, el aislamiento térmico. La consecuencia directa de la despreocupación térmica, es el gran despilfarro energético ocasionado, y cuyo resultado poco a poco iremos percibiendo. Un dato, en España más de la mitad de los edificios están construidos sin la protección térmica adecuada, lo que convierte a las construcciones en una fuente constante de desaprovechamiento energético. Pero este dato, lejos de hundirnos en el pesimismo más absoluto debemos verlo como una alerta que nos avisa de que tenemos que poner una solución precisa.
Una buena protección térmica está comprobado que puede reducir el derroche de energía entre un 30 y un 50%, la utilización de materiales como la lana de roca o la espuma de poliestireno ayudan a aislar térmicamente un edificio. Estos materiales son utilizados en la elaboración de los productos que Danosa crea para la consecución de dicho aislamiento, colaborando no sólo a un ahorro energético, traducido en un ahorro económico, pues la inversión inicial se amortiza en 5 ó 7 años, sino que nos proporciona el confort tan demandado en la actualidad.
El aislamiento térmico, por tanto, no debe ser considerado como algo secundario en la rehabilitación de una vivienda, si bien, la protección acústica es necesaria para la conformación de una vida mucho más relajada y alejada del estrés generado por la exposición continua de ruido, el aislamiento térmico también colabora en generar un ambiente confortable.
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