La finca palentina, que acoge una empresa con título oficial de Vivero Seleccionador, vende en Europa y además exporta a Marruecos, Argelia, Túnez, Países Árabes del Golfo y a Sudamérica.
Un proyecto de más de treinta años y cuyas instalaciones son versátiles para cualquier otra actividad que no sea exclusivamente vivero de producción y comercio de plantas.
Castilla y León es, en muchos sentidos, una de las regiones más fascinantes de España. En el ámbito agrícola, por citar un ejemplo, uno de los cultivos que está experimentando una progresión más acusada es el de los frutos rojos, como las fresas o los arándanos. Por ello, y con una marcada orientación hacia la exportación, la inversión en este tipo de plantaciones puede beneficiarse de instalaciones tan funcionales y actualizadas como este tipo de finca ubicada en Palencia.
La propiedad en cuestión acoge una empresa que lleva dedicándose al cultivo de frutos rojos desde 1985, mucho antes de que dicha moda arraigara en la región. Poseedora del título oficial de Vivero Seleccionador, la firma disfruta de un sólido negocio exportador que alcanza incluso a los países del Golfo Pérsico y América del Sur. Y es que según explica Robert Menetray, director general de la consultora inmobiliaria Lançois Doval y saca a la venta esta finca valorada en 650.000 euros, la principal razón del traspaso de la compañía es la jubilación de los socios que alumbraron el proyecto hace más de treinta años. “El inversor recibe una empresa rentable y con notables contratos suscritos con superficies como Garden Center”.
Asimismo, este vivero dispone de laboratorio de cultivo de tejidos vegetales, con cámara e invernadero de aclimatación, construcciones varias, oficinas, almacenes, frigoríficos y tierras de cultivo. La producción, dependiendo del tipo de cultivo (en macetas o manipulación en raíz desnuda), puede variar, llegando en el segundo caso a decenas de millones, dependiendo igualmente con el número de meses que se trabajen las diferentes especies vegetativas que se produzcan. Estas instalaciones son versátiles para cualquier otro campo de actividad que no sea exclusivamente vivero de producción y comercio de plantas.
Castilla y León concentra cerca del 95% de la superficie destinada al cultivo de la fresa en España
Según datos publicados en 2013, las provincias de Castilla y León concentran cerca del 95% de la superficie destinada al cultivo de la fresa en España.
Más de 1.500 hectáreas, con Segovia y Ávila como grandes epicentros de una industria que se está expandiendo por el resto de la comunidad. Sin embargo, conviene hacer una pequeña precisión. Lo que se cultiva en estas latitudes es la llamada planta madre, que luego es trasladada a otros lugares para obtener las fresas propiamente dichas. Las óptimas condiciones climáticas de la región permiten el cultivo de unas plantas que necesitan el frío en sus primeros compases.
Posteriormente, las plantas madres cambian por completo de ambiente para que las fresas surjan en climas más cálidos. En este sentido, los viveros castellano-leoneses han aumentado su exportación a puntos de la península como Huelva pero también a diferentes rincones del Mediterráneo, como Marruecos, Túnez o Turquía. Por otro lado, el cultivo de frutos rojos, más allá de la fresa, emplea a más de 5.000 personas en toda la comunidad, siendo la actividad más importante en muchas comarcas. Para atestiguar el respaldo oficial a estas variedades, la Junta de Castilla y León aprobó hace algunos años la creación de un sello de calidad, que hoy acompaña a todas las cajas de frutos rojos.
Las fresas pueden ser el producto fetiche pero las plantaciones disponibles van mucho más allá, dando cabida a variedades que tradicionalmente habían sido relegadas a su cultivo silvestre en los bosques (sin excesivo control). Arándanos, frambuesas, zarzamoras o moras son algunos de los dulces frutos que pueblan los viveros de Castilla y León. En los últimos años, se asiste también a un cambio en la mentalidad de los productores, que están abrazando con creciente intensidad las fórmulas ecológicas. Nuevamente, la Junta de Castilla y León ha respaldado esta filosofía con subvenciones específicas.