Desde que estalló la crisis los españoles nos hemos enfrentado a varias subidas de impuestos, aunque estos esfuerzos no han sido suficientes como para convertirnos en uno de los países europeos que más ingresos públicos consigue a través de los tributos. Todo lo contrario: seguimos a la cola en recaudación.
Según las cifras que maneja Eurostat, la oficina de estadísticas comunitarias, España consiguió un 38,6% de los ingresos públicos a través de las diferentes figuras impositivas en el año 2014, un porcentaje que nos distancia de la media europea y nos coloca en el puesto 22 del ranking. Solo hay seis países que consigan vía impuestos menos ingresos que nosotros: Reino Unido (38,2%), Bulgaria (36,3%), Letonia (35,6%), Irlanda (34,4%), Lituania (34,1%) y Rumanía (33,5%).
En cambio la media de los Veintiocho asciende al 45,2% y se eleva hasta el 46,8% en el caso de la eurozona, donde España es la cuarta potencia económica. ¿Y cómo es esto posible? La respuesta es que la recaudación de figuras tributarias tan importantes como el IRPF o el IVA es muy reducida en comparación con nuestros vecinos comunitarios.
En el ranking de ingresos por IRPF estamos casi dos puntos por detrás del promedio de la UE (9,3%) y nos colocamos en el duodécimo puesto, justo por detrás de Francia (8,8%) y empatados con Portugal (ambos recaudamos a través de este tributo el 7,7% del PIB en 2014). En cambio, Dinamarca consigue casi un 30% de los ingresos, lo que le convierte en el paradigma europeo. El principal problema de España en este campo es que, al margen de que hay menos cotizantes que en otros países como Alemania o Francia, que los salarios medios son más bajos que en la mayoría de Europa, lo que lleva a Hacienda a recaudar menos dinero.
En el caso del IVA, la situación es aún peor: somos el tercer país que menos recauda con un 6,2% sobre el PIB. Solo Irlanda (6,1%) e Italia (6%) consiguen a través de este impuesto indirecto menos ingresos que nosotros. La media de la UE asciende al 7%, mientras que Croacia es el país que lidera el ranking con un 12,5%. Esto significa que la economía croata consigue a través de esta figura impositiva el doble de ingresos que España.
En los Impuestos Especiales (gravan la gasolina, el tabaco o el alcohol) y el Impuesto de Sociedades (se aplica sobre los beneficios de las empresas), como se observa en el gráfico, también nos situamos por debajo de la media europea y a la cola de la clasificación. En el Impuesto de Sociedades, de hecho, hemos sufrido la mayor caída de ingresos de toda la UE en este tributo entre 2007 y 2014, periodo en el que la recaudación se desplomó casi un 60%.
No obstante, el escenario cambia con dos tributos ligados al mercado de la vivienda: el Impuesto sobre propiedades y construcciones (donde se encuentra el famoso IBI) y el Impuesto sobre transferencias de capital (que incluye básicamente el tributo que se paga por las sucesiones y las donaciones).
En lo que a IBI se refiere, nos situamos justo en la media de la UE y la eurozona con un 1,2%, lo que nos coloca en el séptimo puesto de la clasificación de los Veintiocho. Francia es, en esta ocasión, el país que levanta más fondos a través de esta figura tributaria, con un 2,6% sobre su PIB.
¿Y cómo es posible que el estallido de la burbuja inmobiliaria no haya afectado a la recaudación? La respuesta es sencilla: este tributo lo pagan los propietarios, por lo que el desplome de las ventas no le han afectado, y se aplica sobre el valor catastral de las viviendas, que ha aumentado en muchos municipios en los últimos años. Este tributo, que aporta a los ayuntamientos más de 10.000 millones de euros, es el único en España en el que la recaudación jamás ha bajado y ha sido la tabla de salvación de las arcas locales.
Nuestra posición mejora más cuando se analizan los ingresos obtenidos a través del Impuesto sobre transferencias de capital, donde como decíamos antes se incluyen Sucesiones y Donaciones, donde obtenemos el tercer mejor resultado con un 0,3%. Bélgica (0,7%) y Francia (0,5%) son las dos naciones que más recaudan a través de este impuesto, mientras que la media europea se sitúa en un 0,2%. Recordemos que esta figura tributaria la aplican las autonomías y que no existe en todos los países europeos.